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Monografía elaborada por destacados miembros del Grupo de Estudio de Epilepsia y del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología, como reflejo de la estrecha relación entre ictus y epilepsia.
Se analizan los distintos aspectos de diagnóstico y manejo de la epilepsia vascular desde la explicación de su fisiopatología y patogenia. La epilepsia es una de las enfermedades neurológicas más frecuentes (0,5-1% de la población general). Las crisis epilépticas son un motivo de consulta muy frecuente en las urgencias hospitalarias, suponiendo la tercera causa de ingreso neurológico.
Las epilepsias son producidas por patologías que afectan al SNC de carácter muy heterogéneo, con una variedad muy amplia de manifestaciones clínicas. El 10% de epilepsia de inicio en la edad adulta, puede tener su origen en un ictus (hasta el 25% en mayores de 65 años). Por otro lado, aquellos pacientes que debutan con epilepsia en edad adulta, multiplican por dos o tres el riesgo de sufrir un ictus en los siguientes dos años. La epilepsia vascular se relaciona con un infarto cerebral, una hemorragia cerebral o una malformación arteriovenosa. También en la población pediátrica, las crisis epilépticas como manifestación de ictus son más relevantes en los neonatos.
El tratamiento de la epilepsia vascular debe ser individualizado, prestando especial cuidado en el paciente anciano dadas sus características especiales. Por último, la aparición de un estado epiléptico en un ictus empeora el pronóstico, siendo los factores que más influyen: un mayor déficit neurológico, la afectación cortical extensa y la transformación hemorrágica del infarto.